En Mejillones yo tuve un amor
En Mejillones yo tuve un amor
hoy no lo puedo encontrar
quizás en estas playas
esperándome estará.
Es una linda rubiecita
ojos verdes de mar
me dio
un beso y se fue,
no volvió más Ahora díganme dónde estará
que no las puedo encontrar
mi corazón no puede sería fatalidad
yo no podré irme sin ella nunca jamás,
pero algunos de estos días presiento,
ha de volver.
Coro
Mejillones yo te quiero
y me da mucha tristeza
alumbrando sus faroles
esperando que amanezca
Mejillones duerme, duerme
Pero duerme como un niño
Despierta Mejillones me dirá
Aquí tienes mi cariño.
Fue justamente en Mejillones, donde comenzó a manifestar su vocación artística y sintió el amor.
Nació el 28 de Mayo de 1906 en la ex Oficina salitrera “Pepita” del Cantón Aguas Blancas. Fue el tercero de catorce hermanos. Hijo de Gregorio, un músico del Ejército que a su vez era pastor evangélico y de Clara Rosa, ella natural de la ciudad de Ovalle. En su Adolescencia, Gamaliel era alegre animador de fiestas familiares y de amigos.
A los 20 años debió reclutarse en el servicio militar, realizando su conscripción en el regimiento “Esmeralda”, para luego ser trasladado a la ciudad de Tacna. Cantaba y tocaba guitarra en las tertulias de los oficiales, que luego le eximían de hacer la guardia. De regreso, se desempeño en la empresa del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia y en su calidad de “tiznado”, alcanzó el oficio de ayudante de maquinista, no mucho estuvo allí, fue afectado por la reducción de personal y quedó cesante, debiendo emigrar a la ciudad de Santiago. Corría el año 1928, cuando se incorporó a la orquesta típica que había formado su hermano Jonathan, ocupó el puesto de baterista y de cantante.
Así, de esa manera inició su carrera artística profesional. Posteriormente, la exitosa orquesta decidió realizar una gira por el norte del país, para luego seguir a Bolivia. En ese viaje al norte, se casó en Chuquicamata con Elvira A. Tavernie, de cuya unión nacieron sus únicas hijas, Ana María y Myriam Eugenia. De regresó, en 1938 se inspira en su viaje y escribe sus más dos conocidas obras: “Antofagasta Dormida” y “Mejillones”.
De Antofagasta, le fluye la tremenda pobreza que observó en el vecino puerto, debido al éxodo salitrero, vio una ciudad triste y sin futuro, por eso pedía “Dinamismo del Siglo XX”.
De Mejillones, aunque su letra es una historia de amor, no deja de mencionar la tristeza y abandono del pueblo con frases como “…tus calles están desiertas”. Fue justamente en Mejillones, donde comenzó a manifestar su vocación artística y sintió el amor, cuando en las hermosas playas de este puerto conoció a una niña de descendencia alemana, que finalmente inmortalizó la conocida canción “MEJILLONES”.
“Gamelín”, su nombre artístico, escribió 104 composiciones, de las cuales 62 de ellas quedaron registradas en el Derecho de Autor. Una parte considerable de su obra corresponde a música folclórica. Por su calidad interpretativa, lo solicitaban de las Embajadas para animar sus fiestas. Participó en grandes orquestas, destacándose en las presentaciones en el club de la Unión de Santiago.
En los años 40 llegó a ser el Rey de las emisoras y lució sus condiciones vocales en locales nocturnos como “Lucerna”, “El Savoy”, “La Bahía”, entre tantos otros. Su característica vocal estaba ligada a de Carlos Gardel, del cual era un gran imitador y su ídolo.
Mejillones le reconoció sus logros al otorgarle el “Ostión de Oro”, la máxima distinción para aquellos que entregan pasión y amor por esta tierra.
En sus últimos años de vida, sus presentaciones se limitaron a actuaciones en “La Leonera”, centro termal de la Sexta Región. En las oportunidades que visitó Mejillones, Gamelín levantaba el brazo derecho y acompasaba su canción como si estuviese bailando. Tenía una sonrisa extraordinariamente simpática y se constituía en el regalón de las fiestas.
El 22 de Junio de 1988, un día antes conmemoración por la muerte de Gardel, dejó de existir en Santiago en el olvido y con una situación difícil. Después de su muerte, La Sociedad Chilena del Derecho del Autor, publicó la primera edición del libro “Los Autores Chilenos más populares”, edición impresa en 1994 y que destaca a la canción “Mejillones”, como una de las de mayor popularidad en nuestro país.
Su pueblo que lo vio crecer, le rindió un sincero homenaje al trasladar sus restos mortales, desde Santiago hasta el Cementerio Local, el 12 de Octubre de 1995. Gamelín hoy vive con nosotros y su nombre pasó a formar parte de la historia musical del país, como un trovador del amor y de la vida, amante de su norte grande y de su país.